Las persianas están bajas pero la luz
se escurre entre las aberturas. Debe ser mediodía.
No sé cómo llegué hasta mi cama.
Aunque sí recuerdo entrar en su cuerpo varias veces, mojarme de
ella, y sus gemidos enloquecidos…
Pero estoy solo. Se ha ido. Espero que
no me falte nada de valor.
¿Y esta nota?
“Perdoname, no suelo hacer estas
cosas. Quizá nos volvamos a ver. V-“
¿”V”? ¿Vanesa, Valeria? No podría
saberlo. Lo único que supe cuando la vi es que el escote de su
vestido era la gloria, y que se movía sobre mí como si estuviera en
celo. Sí, lo estaba: recuerdo bien que tomó mi mano, levantó
apenas su falda y me hizo sentir su humedad. Si eso no es una
invitación, no sé qué pueda serlo.
Me agarró de la mano y fuimos afuera.
Me dolieron los ojos por las luces. Corrimos. No sé por qué
corrimos, pero no le pregunté nada. Dimos vuelta por una calle
oscura, que terminaba en un callejón. Me dijo algo que no pude
descifrar, mis oídos zumbaban aún por haberse expuesto a la música
de la discoteca. Sus manos me rozaron, comprobando mi erección. Se
agachó, sacó mi pija y lamió. Qué putita hermosa. Nunca me fue
tan fácil conseguir que me la chuparan. Después se dio vuelta y me
pidió que la penetre.
Sus gemidos eran casi alaridos
animales, nunca escuché algo así. Era una bestia, estaba
completamente loca. Se dio vuelta, me hizo subirla y me rodeó con
sus piernas. La sostenía contra la pared, la sentía retorcerse como
una serpiente. Rugía, y yo no podía parar. El canal de su sexo me
apretaba, me aprisionaba, y me excité demasiado. No logré
contenerme más, y acabé dentro de ella, al tiempo en que ella…
clavó los dientes en mi cuello.
¡Ah, mi cuello! ¡Duele! ¿Qué
demonios es esto?
Esto debe ser una broma. ¿V… de
vampiresa? No pude haber sido tan tonto de caer en una trampa tan
antigua como esa…
Supongo que me era de esperar de una
mujer como ella.
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